Lazos de amistad benefician la salud del cerebro humano
Muchas investigaciones han comprobado que los amigos no solo mejoran la salud, incentivan la memoria y prolongan la vida, sino que funcionan como terapia anti-envejecimiento. Pero el punto no está en la cantidad sino en la calidad de los amigos y en el tipo de relaciones.
Robert Waldinger, psiquiatra y psicoanalista estadounidense, monje zen y profesor en la Universidad de Harvard, ha dicho muchas veces que las buenas relaciones nos hacen más felices y saludables. Y además de proteger el cuerpo, protegen el cerebro.
¿Cómo y cuándo el cerebro identifica que alguien ya es su amigo o amiga? “El proceso de la amistad necesita básicamente tiempo. Hay un desarrollo latente mientras llega el reconocimiento de una verdadera amistad”, dice la neuróloga clínica Mejive Majjul. “La amistad –agrega– se desarrolla con base en las experiencias empáticas, que requieren maduración y tiempo. El cerebro no solo tiene funciones motoras, también otras más complejas que son las espirituales y emocionales, y la amistad se basa en un proceso emocional que tiene que ver con los sentimientos y la razón”.
Amistad y cerebro
El concepto de amistad, como muchos otros, es abstracto y aquí es cuando entra en juego, según el científico inglés Charles Percy Snow, autor de ‘Las dos culturas y la revolución científica’, la parte orbitofrontal que se encuentra sobre los ojos, dentro del lóbulo frontal. ¿Por qué? Porque juega un papel importante en la comprensión de las circunstancias y situaciones que rodean al ser humano. La parte orbitofrontal tanto en animales como en el ser humano identifica recompensas y amenazas –dice el científico–, pero –agrega– los diferencia el hecho de que el ser humano también entiende conceptos abstractos, como la amistad, y la inteligencia juega un papel clave. Según la ciencia, las funciones mentales y superiores –importantes cuando el ser humano se va a comunicar y a crear amistad– pasan por el lóbulo parieto-temporal y frontal, donde están las áreas de comunicación y lenguaje. Y es en la amígdala del cerebro donde se lleva a cabo todo lo que tiene que ver con la memoria, las funciones ejecutivas y las temporo-espaciales que traen los recuerdos, agradables o no.
El cerebro también mide los límites de interacción humana, de acuerdo con los investigadores Emily B. Falk, Elliot T. Berkman y Matthew D. Lieberman autores de ‘From Neural Responses to Population. Behavior: Neural Focus Group Predicts Population – Level Media Effects’. Aseguran que el cerebro tiene una capacidad propia de comunicarse, que es a través de sinapsis o aproximación intercelular –redes neuronales– y por la forma en que esas neuronas se conectan se genera la verdadera amistad. Las amistades se crean a través de las afinidades de una persona con otra. El cerebro tiene sus mecanismos y la habilidad de desarrollar sus gustos y va creando una red neuronal de empatía con el otro.
Ahora bien, ¿de qué le sirve a una persona, específicamente a su cerebro, tener amigos? Con buenos amigos, dicen los psicólogos, el cerebro se mantiene en forma y activa circuitos de placer. Las amistades verdaderas generan salud. Cuando los amigos sacan lo mejor de la persona, activan los neurotransmisores del cerebro a través, por ejemplo, de una carcajada, como máxima expresión de la alegría y ahí están funcionando la noradrenalina, epinefrina y dopamina de una manera positiva y placentera. Los amigos también ayudan a prevenir alteraciones psiquiátricas como ansiedad, fobias y depresión.
Algunos estudios sugieren que hay más posibilidad de neuronas atrofiadas en personas sin amigos que en las que sí los tienen, porque la compañía de amigos genera fenómenos de transferencia emocional que nutren las funciones cerebrales vitales. Está comprobado que las personas que tienen amigos generan menos cortisol, que ayuda a regular la respuesta hormonal al estrés.
Igualmente, la neurociencia ha establecido que el cerebro identifica la sonrisa sincera, esa que se expresa inconscientemente y solo se da a partir de una emoción. Las señales van desde áreas inconscientes del cerebro hasta la corteza motora, accionando músculos adicionales a los de la boca, como el orbicular alrededor de los ojos, y así, la expresión facial muestra de inmediato el estado anímico real de la persona que no hace esfuerzo por transmitir confianza, alegría, bienestar y esto se contagia de manera positiva a los demás.
Tener amigos permite, así mismo, mejor conexión y tamaño ideal de algunas regiones del cerebro. En el cerebro se producen los químicos naturales que generan felicidad: noradrenalina, relacionada con las sorpresas y lo novedoso; serotonina, relacionada con placer, saciedad y tranquilidad; dopamina, con motivación, creatividad, bienestar y logros; y la oxitocina, hormona de los vínculos emocionales y endorfinas, útiles para controlar estrés, ansiedad y mejorar el estado de ánimo.
¿Amigos o contactos?
Dada la exposición actual a las redes sociales, las cuales median gran parte de nuestras relaciones, ¿hoy en día la gente tiene amigos o acumula contactos? De acuerdo con el antropólogo y biólogo británico Robin Ian MacDonald Dunbar, el número de amigos íntimos generalmente no va más allá de 5 y apenas unos 10 podrían ser llamados cercanos, y amigos “a secas” quizás sean unos 30 por persona. Basado en estudios permanentes sobre el tema, el investigador ha afirmado en distintas oportunidades que si bien es cierto la red de amigos de una persona aumenta en internet, la de sus mejores amigos no cambia mucho.
Algunos consejos:
- Por lo menos dos veces por semana reúnase con sus amigos, así sea solo para conversar.
- Organice un evento al mes en donde pueda cocinar, bailar o hacer deporte con sus amigos más cercanos.
- Celebre fechas especiales.
- Planee salidas, donde pueda compartir espacios nuevos con sus amigos.
- Integre a su núcleo familiar con sus amigos.
- No se aísle ante alguna situación difícil.
- Celebre los triunfos de sus amigos, pero entienda que usted es distinto de ellos.
- Abrace a sus amigos con frecuencia.